JUGANDO A SER MALO
Ni Bin Laden tiene que ver con este par de sádicos. Cuando era pequeño, me parecían la maldad personificada. Y es que no se puede ser tan malo. Era, realmente, una pareja de hermanos mala, malísima. Lástima que la verdadera maldad va por otros derroteros, muchas veces ocultándose tras una máscara de amabilidad. A la verdadera maldad le gusta ir camuflada, vestirse elegantemente, que no se perciba el fondo de perversión latente. ¡Qué tiempos aquellos! De vez en cuando, estos dos volvían al buen camino, sus vestimentas negras como el infierno tornábanse de un blanco inmaculado, brotábanle un par de alas angelicales y se ponían a jugar al corro con el resto de los personajes.
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