
TRADUCCIÓN
TRADUCCIÓN
VENI CREATOR SPIRITUS
Veni, Creator Spiritus,
mentes tuorum visita.
Imple superna gratia
quae tu creasti pectora.
Qui diceris Paraclitus,
Altissimi donum Dei,
fons vivus, ignis, caritas,
et spiritalis unctio.
Tu septiformis munere,
digitus paternae dexterae,
tu rite promissum Patris,
sermone ditans guttura.
Accende lumen sensibus,
infunde amorem cordibus,
infirma nostri corporis,
virtute firmans perpeti.
Hostem repellas longius,
pacemque dones protinus,
ductore sic te praevio,
vitemus omne noxium.
Per te sciamus da Patrem,
noscamus atque Filium,
teque utriusque Spiritum
credamus omni tempore.
Deo Patri sit gloria,
et Filio qui a mortuis
surrexit, ac Paraclito
in saeculorum saecula.
Amen.
SALVE REGINA
Salve, Regina, Mater misericordiae,
vita dulcedo, et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules filii Hevae,
ad te suspiramus, gementes et flentes,
in hac lacrimarum valle.
Eia, ergo, advocata nostra,
illos tuos misericordes oculos ad nos converte;
et Iesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exilium ostende.
O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria. Amen.
Pange, lingua, gloriosi
Córporis mystérium
Sanguinísque pretiósi,
Quem in mundi prétium
Fructus ventris generósi
Rex effúdit géntium.
Nobis datus, nobis natus
Ex intácta Vírgine,
Et in mundo conversátus,
Sparso verbi sémine,
Sui moras incolátus
Miro clausit órdine.
In supremæ nocte coenæ
Recumbens cum frátribus,
Observata lege plene
Cibis in legálibus,
Cibum turbæ duodenæ
Se dat súis mánibus.
Verbum caro, panem verum
Verbo carnem éfficit,
Fitque Sanguis Christi merum,
Et, si sensus déficit,
Ad firmandum cor sincerum
Sola fides súfficit.
Tantum ergo Sacraméntum,
Venerémur cérnui:
Et antíquum documentum
Novo cedat rítui;
Præstet fides suppleméntum
Sénsuum deféctui.
Genitori Genitóque,
Laus et iubilátio;
Salus, honor, virtus quoque,
Sit et benedíctio;
Procedénti ab utróque
Compar sit laudátio.
TE DEUM
Te Deum laudamus:
te Dominum confitemur.
Te aeternum patrem,
omnis terra veneratur.
Tibi omnes angeli,
tibi caeli et universae potestates:
tibi cherubim et seraphim,
incessabili voce proclamant:
Sanctus, Sanctus, Sanctus
Dominus Deus Sabaoth.
Pleni sunt caeli et terra
majestatis gloriae tuae.
Te gloriosus Apostolorum chorus,
te prophetarum laudabilis numerus,
te martyrum candidatus laudat exercitus.
Te per orbem terrarum
sancta confitetur Ecclesia,
Patrem immensae maiestatis;
venerandum tuum verum et unicum Filium;
Sanctum quoque Paraclitum Spiritum.
Tu rex gloriae, Christe.
Tu Patris sempiternus es Filius.
Tu, ad liberandum suscepturus hominem,
non horruisti Virginis uterum.
Tu, devicto mortis aculeo,
aperuisti credentibus regna caelorum.
Tu ad dexteram Dei sedes,
in gloria Patris.
Iudex crederis esse venturus.
Te ergo quaesumus, tuis famulis subveni,
quos pretioso sanguine redemisti.
Aeterna fac
cum sanctis tuis in gloria numerari.
Salvum fac populum tuum, Domine,
et benedic hereditati tuae.
Et rege eos,
et extolle illos usque in aeternum.
Per singulos dies benedicimus te;
et laudamus nomen tuum in saeculum,
et in saeculum saeculi.
Dignare, Domine, die isto
sine peccato nos custodire.
Miserere nostri, Domine,
miserere nostri.
Fiat misericordia tua, Domine, super nos,
quem ad modum speravimus in te.
In te, Domine, speravi:
non confundar in aeternum.
Estáis listos si pensáis que voy a traducir los cánticos. Nada, nada. A estudiar la lengua del Cicerón. ¡Hala! Más latín y menos gimnasia.
ALFAMA (FADO.)
Aquí tenéis un fado cantado por Amalia Rodrigues. Lo he traducido como buenamente pude.
Cuando Lisboa anochece
como un velero sin velas,
Alfama toda parece
una casa sin ventanas
donde el pueblo se enfría
Es en una buhardilla,
en el espacio robado a la pena,
donde Alfama queda encerrada
entre cuatro paredes de agua.
Cuatro paredes de llanto,
cuatro muros de angustia
que a la noche hacen el canto
que se enciende en la ciudad,
Encerrada en su desencanto,
Alfama siente la nostalgia,
Alfama no siente el fado,
siente el pueblo, la soledad,
el silencio herido.
Sabe a tristeza con pan.
Alfama no siente el fado,
pero no tiene otra canción
En los últimos cincuenta años, quienes se autodenominan “espíritus libres” porque han desertado del ejército del Ergástulo, andan como locos intentando asesinar a Jesús por segunda vez: asesinarlo en el corazón de los hombres.
En cuanto les pareció que llegaba a los últimos estertores esta segunda agonía de Jesús, dieron un paso al frente los necróforos. Búfalos presuntuosos que habían asaltado las bibliotecas como si fueran establos, cerebros aerostáticos que subiendo en el globo de la filosofía les parecía tocar el cielo con las manos, profesores estimulados por fatales embriagueces de filología y metafísica, se armaron contra la Cruz, al grito de: ¡lo quiere el hombre! Algunos frívolos revoloteadores intentaron convencer, con tal fantasía que ruborizaría a la famosa Radcliffe, que la historia de los Evangelios es una leyenda que sólo podría dar pie para reconstruir una vida puramente natural de Jesús, compuesto por una tercera parte de profeta, otra de nigromante y otra de embaucador. Jesús no habría obrado milagros, a no ser la curación hipnótica de algún desequilibrado; ni habría muerto en la cruz; sino que despertó del sueño en el frío del sepulcro y se presentó con aires de misterio para convencer de que había resucitado. Otros intentaban demostrar, casi matemáticamente, que Jesús fue un mito creado en tiempos de Augusto y de Tiberio, y que los Evangelios no pasan de ser un burdo mosaico de textos proféticos. Hay algunos que presentan a Jesús como un buen hombre, formado en la escuela de los griegos y de los budistas de los esenios, pero tan exaltado y tan fantasioso, que hilvanó como pudo unos plagios para hacerse creer el Mesías de Israel. Para otros, Jesús fue un obsesivo humanitario, precursor de Rousseau y de la democracia; un hombre que para su tiempo era excelente, pero que hoy habría que llevar a la consulta de un psiquiatra. Finalmente, para terminar de una vez, hay quienes acudieron a la idea del mito y, manejando almanaques y comparaciones, llegaron a la conclusión de que Jesús jamás nació en ningún lugar del mundo.
Entonces ¿quién iba a ocupar el vacío que dejaba el gran desahuciado? Aunque la fosa era cada día más profunda, sin embargo no conseguían enterrarlo completamente.
Y aparece una banda de fanfarrones y pintureros del espíritu, dispuestos a fabricar religiones para el consumo de los irreligiosos. Durante todo el siglo XVIII las sacaron de horno a pares y por medias docenas. La religión de la Verdad, del Espíritu, del Proletariado, del Héroe, de la Humanidad, de la Patria, del Imperio, de la Razón, de la Belleza, de la Naturaleza, de la Solidaridad, de la Antigüedad, de la Energía, de la Paz, del Dolor, de la Piedad, del Yo, del Futuro, y así sucesivamente. Algunas no eran sino refundiciones de un Cristianismo desmochado y deshuesado, de un Cristianismo sin Dios; las más eran políticas o filosóficas, que intentaban trocarse en místicas. Pero eran pocos los fieles y flaco su entusiamso. Aquellas heladas abstracciones, aunque sostenidas a veces por intereses sociales o por pasiones literarias, no llenaban los corazones de que se había querido desarraigar a Jesús.
Se intentó entonces barajar simulacros de religiones que tuviesen algo mejor que las otras, lo que los hombres buscan en la religión. Los Francmasones, los Espiritistas, los Teósofos, los Ocultistas, los Cientifistas, creyeron haber iencontrado el sustitutivo infalible del Cristianismo. Pero estas mezcolanzas de mohosas supersticiones y de cabalística cariada; estos guisados de insípido racionalismo y de ciencia fracasada, de simbolismo simiesco y de humanitarismo avinagrado; estos zurcidos mal hechos de budismo de exportación y de Cristianismo traicionado, contentaron a unos miles de mujeres ociosas, de asnos en dos pies, de condensadores de vacío y pare usted de contar.
Mientras, se estaba preparando un nuevo Anticristo, entre un presbiterio alemán y una cátedra suiza. “Jesús ha mortificado a los hombres – dijo el tal, descendiente de los Alpes al sol -; el pecado es hermoso; es bella la violencia; es bello todo lo que halaga la vida; Y Zaratustra, después de arrojar al Mediterráneo los textos griegos de Leipzig y los libros de Maquiavelo, inició una danza a los pies de una estatua de Dionisio, con la gracia que puede tener un alemán hijo de un pastor luterano, y que acababa de llegar de una cátedra helvética. Sin embargo, aunque sus cantos eran dulces al oído, jamás logró explicar qué es esa adorable Vida a la que pretendía sacrificar un elemento tan vivo en el hombre como es la necesidad de domar los propios instintos de bestia. Ni pudo demostrar que Cristo, el verdadero Cristo del Evangelio, se opone a la vida, precisamente Él, que vino a hacerla más elevada y más dichosa. Y el pobre Anticristo, ya rayando la locura, estampó la firma a su última carta: “El Crucificado”.
El predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, comparó este viernes los ataques al Papa y a la Iglesia católica por los abusos sexuales de clérigos a menores con el antisemitismo. Durante el oficio de Viernes Santo en la Basílica de San Pedro, en presencia de Benedicto XVI y de miles de fieles llegados al Vaticano, el religioso franciscano también equiparó las agresiones contra menores con la violencia de género. Esta es la última respuesta oficial del Vaticano ha una serie de escándalos que les han puesto en una situación ciertamente complicada.
"Junto con la violencia sobre los niños, de la que se han manchado desgraciadamente no pocos miembros del clero, hay otra igual de grave, la violencia contra la mujer, que se desarrolla dentro de los muros domésticos, a escondidas de todos y que muchas veces viene justificada con prejuicios pseudoreligiosos y culturales", denunció Cantalamessa. Por ello insistió en que "los hombres tienen que pedir perdón a las mujeres", que fue precisamente el título que eligió para su homilía.
El sacerdote denunció que la sociedad actual es muy dada a condenar la violencia y a la vez favorecerla y exaltarla. Así, señaló que mientras la sociedad se rasga las vestiduras ante ciertos hechos de sangre, no da importancia a que en los medios de comunicación describan con precisión hechos de violencia y se publiciten películas y videojuegos violentos. También habló de la violencia entre jóvenes, aunque insistió en que existe una violencia "aún más grave" que la anterior, la violencia contra la mujer, "las víctimas se encuentran desesperadamente solas e indefensas y mucha de esa violencia tiene un móvil sexual"
Cantalamessa subrayó que los hombres actúan al contrario que Cristo, quien cuando le presentaron a la mujer adúltera dijo: "Quien esté libre de pecados tire la primera piedra". "El adulterio es un pecado que se comete siempre entre dos, pero sólo y siempre, y todavía en algunos países, es castigado uno, la mujer".
El predicador de la Casa pontificia también condenó los casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes a niños y desveló durante el oficio una carta que le había enviado un amigo judío. En ella, éste le expresa su "disgusto" por el "ataque concéntrico" contra el Papa y la Iglesia. "El uso del estereotipo, echar las culpas personales a una colectividad, me recuerdan los aspectos más vergonzosos del antisemitismo", leyó en voz alta Cantalamessa de la carta.
De momento, el Papa no se ha referido al caso de los abusos sexuales a menores, aunque el Vaticano ha lanzado una campaña en su defensa ante los medios de comunicación y prepara ya su posible defensa legal ante las autoridades de EE UU. De esta manera, el Vaticano sigue adelante con su estrategia de evasión de responsabilidades y tratando de no debatir temas directamente relacionados con estos abusos como el del celibato.
Segismundo:
Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive sueña
lo que es hasta dispertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte (¿desdicha fuerte!);
¿que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende;
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¡Qué es la vida? Un frenesí.
¡Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Segismundo:
¡Ay mísero de mí, y ay, infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando, atrevida y crüel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas, bajel de escamas,
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto a su huida;
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
...Y sigue el vídeo.
Ahora, cuando algún joven quiere dedicarse a la escena, casi seguro que lo ponen a hacer expresión corporal y otras bobadas. Pero ¡Qué diferencia con el saber estar, el saber transmitir el personaje, la dicción de los actores de antaño!